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Guardar y poner por obra

Al establecer una relación con Dios como su pueblo y como sus hijos, automáticamente adquirimos una posición de privilegio; sin embargo, esa posición de privilegio se afirma cuando nosotros nos conducimos de acuerdo a los valores de nuestro Padre y de nuestro Dios.

Por eso, además de establecer una relación con Dios y decir: ahora soy hijo de Dios por tanto soy bendecido; es importante escuchar su voz la cual emana de su palabra guardando y poniendo por obra sus mandamientos; allí se hace efectivo en la practica el estatus de bendecido.  Dios le dijo a su pueblo:

Deuteronomio 28:1-3  Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.

Esto es claro: puedo tener una relación con Dios como pueblo, y como hijo y no vivir una vida bendecida por él en la practica, porque la bendición viene por la obediencia a sus palabras en la vida práctica, no por el estatus que me da el ser su hijo.

Una padre puede tener dos hijos, uno tener privilegios por conducirse en orden y el otro no tener ninguno precisamente por no conducirse de acuerdo a los lineamientos de su padre. Ambos son hijos pero uno es bendecido y el otro no. ¿Porque? Todo se remite a la obediencia

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